El profesor Antonio Gutiérrez-Rubí analiza en esta
interesante entrada de su blog Micropolítica
las claves que justifican «esta radical alteración del tablero político» que
muestran las encuestas y que sitúan ya a Podemos como primera fuerza política
en intención directa de voto en nuestro país. Seis son los ejes de su
interesante reflexión, a través de los cuales este analista desnuda la «soberbia»
manifestada hasta la fecha por los partidos de la casta a la hora de intentar
explicar la irrupción de Podemos. Concretamente se refiere a la ignorancia, la
lentitud, la torpeza, la ambición, el desconocimiento de la tecnopolítica y, no menos importante, el
haber menospreciado la ilusionada voluntad de cambio que se esconde bajo las
tres palabras mágicas ‘Sí se puede’.
¿Por qué Podemos puede?
«Cuando el agua ha empezado a hervir, apagar el fuego ya no sirve de nada». Esta frase, atribuida a Nelson Mandela, explica muy bien la incapacidad del liderazgo político y mediático del bipartidismo para comprender el ascenso político de Podemos. Cuando sólo se comprende la temperatura del agua por su hervor (es decir, por la evidencia visible de las burbujas)… entonces no se entiende por qué y cómo se calienta el agua hasta su ebullición. La primera encuesta publicada (a la espera de la del CIS, de la que ya se insinúan resultados muy parecidos) está generando una conmoción significativa. En parte, porque la comodidad política es insolentemente soberbia. Y este bofetón demoscópico está despertando a más de uno de la larga siesta mental, con la que han digerido los movimientos tectónicos que se han producido en la sociedad española.
Pero de nuevo, parte de los análisis querrán ver,
en este histórico resultado, explicaciones coyunturales atribuibles a este
fatídico mes de octubre (en especial para Rajoy, su gobierno y el PP). Pero sin
ignorar los hechos
—con el insoportable
coste de la corrupción— que
han hundido la confianza en la gestión y en la reputación de las principales
fuerzas políticas, para comprender este sorpasso habrá que buscar en
razones más profundas —y
poderosas— parte de las
explicaciones de esta radical alteración del tablero político. Estas son,
quizá, algunas de las razones de fondo —a las que me acerco con prudencia— que explicarían por qué Podemos ha llegado tan lejos. De momento.
1. Ignorancia. Desde que emergió
el 15M, las fuerzas políticas mayoritarias han mostrado una severa incapacidad
para comprender lo que ha sucedido en nuestra sociedad en los últimos años. Con
sus obsoletos sensores tradicionales, no han registrado la frecuencia de los
nuevos tiempos. Despreciaron lo que ignoraron. Y a causa de esta
autosuficiencia política, con los termómetros averiados, no entendieron el
incremento de la temperatura social. Las crisis económicas, políticas e
institucionales añadían, con cada duro recorte, con cada caso de corrupción
lacerante, o con cada descrédito
regio, más gas a la llama de la indignación.
2. Lentitud. «Cuando las horas
decisivas han pasado, es inútil correr para alcanzarlas», escribió Sófocles. Y
esta lentitud para pensar, reflexionar y hacer los cambios y las reformas —a tiempo y a fondo— que la sociedad demandaba, y la situación requería, ha hundido la
credibilidad de los grandes protagonistas de la vida política española. Todo se
dejaba para más adelante. Y esta exasperante lentitud se ha convertido
en pereza y parálisis. Las
reformas llegan tarde. Y la ruptura (política o territorial) avanza como
opción frente a un claudicante e insuficiente reformismo realmente
transformador. El tsunami ha
llegado a la playa, finalmente, mientras los que estaban en la orilla veían
perplejos, incrédulos y paralizados la llegada de la ola devastadora. Lentos
por arrogantes. Con grasa en las neuronas y en los músculos.
3. Torpeza. Desde la irrupción
electoral de Podemos, el pasado mes de mayo, se ha atacado —creo— a esta formación con una pobreza de argumentos extraordinaria. La
previsibilidad de los principales oponentes a los líderes de Podemos en las
tertulias mediáticas ha contribuido a su éxito más que nada y que nadie. En
cada programa de televisión, han mostrado una grave incapacidad para
contrarrestar los estilos, los argumentos y la estrategia de los portavoces de
Podemos. Con su falta de preparación y con su actitud han alimentado el
fenómeno. Tanta torpeza sólo es posible cuando la prepotencia obtura el
pensamiento. Los portavoces mediáticos del bipartidismo han sido incapaces de
tener una estrategia mínimamente eficaz frente a la estudiada
y calculada audacia de Podemos. Al contrario, han alimentado a Podemos.
4. Ambición. Podemos ha
gestionado las expectativas con inteligencia. Veremos si son capaces de
mantener la serenidad. Cuando Pablo Iglesias afirmó que se presentaban
para ganar… fue recibido con la displicencia de los que creen que tienen
una posición inexpugnable, asegurada y consistente. Gran error. Otra vez, la
soberbia política era incapaz de comprender que lo que se estaba fraguando
reclamaba una urgente dosis de humildad y una acelerada rectificación de
comportamientos y prácticas, si se quería tener una posición suficientemente
creíble frente a la ruptura audaz que propone Podemos. Nada. Frente a la
ambición se respondió con clichés y estereotipos mal diseñados, débiles e
inconsistentes. Si alguien hubiera leído, por ejemplo, la tesis doctoral de Íñigo Errejón
quizá habría prestado la atención que se merece este proyecto político. Pero
nada. Era más fácil, por ejemplo, el latiguillo acusador del «populismo», antes
que querer comprender cuanta ciencia y técnica hay detrás de todo lo que han
hecho. Nadie
ha querido aprender.
5. Redes. Podemos conoce la
capacidad de la tecnopolítica. Mientras algunos se han dedicado a
buscar grietas en el modelo de votación de la Asamblea Ciudadana de hace unos
días, con el único objetivo de desacreditar el proceso, la mayoría no ha
comprendido cómo las nuevas redes son capaces ya de construir proyectos. De militantes a
activistas. De sedes a redes. De agrupaciones a círculos. De ejecutivas a
nodos. Estamos frente a una tecnología de proximidad, multipantalla y
multiformato, capaz de cambiar los modelos de comunicación, organización y
creación de contenidos. Lo saben las
empresas pero todavía no algunos grandes
partidos. Y todavía hay arrogantes que desprecian la política digital desde
una superioridad de plastilina. Es cierto, un tuit no es un voto, pero no hay
que ser demasiado espabilado para comprender que sí puede cambiarlo.
6. Ánimo. La interpretación de
que los indignados
(15M) se trasformaron en cabreados
(mareas) y ahora es el momento de los iracundos (Podemos) es la fácil tentación
para explicar lo que sucede. Otra vez la
pereza. Pero todo es mucho más complejo. Podemos está materializando su
nombre. Haciendo corpórea, políticamente, su identidad
afirmativa. Sí, se puede. Sí hay alternativa. Y sí, se puede ganar.
Gestionan los intangibles porque los conocen y los estudian. Mientras se les
reclama soluciones y propuestas, Podemos se centra en las emociones y en los
retos. Y han comprendido, mejor que nadie, que
las ganas de abofetear electoralmente a los responsables políticos de esta
situación era la demanda más clara y urgente de una parte creciente y
transversal de la sociedad española. Otra vez, nada más y nada menos,
que una nueva y diferente versión del voto útil. Para nada resignada o
especulativa. Sino combativa y radical. Podemos, puede competir. Quién
quiera combatirlos... mejor será que los estudie un poquitín.
[ blogs.elpais, 2 de noviembre de 2014]
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