P.- ¿Qué opina de Podemos?
R.- Vinieron a verme los muchachos, hace poco. Son un grito de alerta en el mundo contemporáneo. Porque ¿cuál es la bandera? La verdadera bandera es lo que debería de ser cotidiano: la honradez, no ser corrupto, ser de derecho. Ésta es la primera bandera que está levantando con éxito político, ¿verdad?
[Entrevista a José Mujica, Público, 2 de diciembre de 2014]
José Mujica,
el presidente saliente de Uruguay, es conocido fuera de su país como ese
político entrañable y honesto que vive en una austera chacra a las afueras de
Montevideo, como un ciudadano más. Lo que es menos conocido, por resultar menos
conveniente, es el balance de su gestión al frente de su país. Los datos que
arroja el Índice
de Oportunidad Humana del Banco Mundial, son contundentes a este respecto.
Con un crecimiento
promedio anual del 5.5 % entre 2006 y 2013 y una tasa de desempleo de un 6%, el
buen desempeño económico del gobierno socialdemócrata uruguayo le ha permitido al
país alcanzar un alto nivel de igualdad de oportunidades y un más justo acceso
a servicios básicos tales como educación, agua potable, electricidad y
saneamiento.
Además,
gracias a la vigorosa expansión económica y a las políticas sociales aplicadas,
durante estos últimos años se han realizado progresos sustanciales en la
reducción de la pobreza, que pasó del 39,9% en 2004 al 11.5% en 2013,
mientras que la indigencia pasó del 4,7% en 2004 al 0.5% en 2013, todo
mientras se reducía su ratio de deuda pública sobre el PIB (de 100% en 2003 a
60% en 2014).
Esto, claro
está, no interesa. Y mucho menos si el dirigente latinoamericano hace explícito
su apoyo a PODEMOS. Por eso es tan importante que cada vez que hablemos de
Mujica, pensemos no solo en ese viejito sencillo y amable que desborda sentido
común y que no pierde ninguna oportunidad de cantarle las cuarenta a los
poderosos del mundo, sino también en ese político comprometido y responsable,
de “abajo”, que ha llevado a su país a alcanzar niveles de prosperidad y
equidad social verdaderamente ejemplares en la América hispana y en el mundo.
El “milagro”
uruguayo es una prueba más de que realmente SÍ SE PUEDE.
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